Alberto Etchegaray

Los consejos del viejo escritor

Un buen veraneo se mide, entre otras cosas, por la cantidad...

Por: Alberto Etchegaray | Publicado: Martes 28 de febrero de 2012 a las 05:00 hrs.
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Alberto Etchegaray

Un buen veraneo se mide, entre otras cosas, por la cantidad de buenos libros que uno lee. Uno de esos fue “El libro negro” del premio nobel turco Orhan Pamuk. Me topo con un gran diálogo del libro que relata el encuentro entre un joven columnista y un viejo escritor, donde el último le pregunta al primero “cuando escribe una columna, ¿lo hace con intención moral o lo hace por divertir?”. El viejo escritor, al ver el titubeo de su interlocutor a su pregunta, se lanza con un extraordinario listado de recomendaciones para todo columnista o cualquiera que tenga interés por escribir. Y como soy un simple columnista amateur releí varias veces el largo listado de recomendaciones. Me parecieron muchas de ellas increíblemente sabias y oportunas.



Pero no soy el único que tiene su obra fetiche. Me acordé por ejemplo del ministro Hinzpeter, y como en una entrevista citaba completos los dos primeros párrafos de “La Guerra de Galio”, la gran novela sobre el poder y la política del mexicano Aguilar Camín. Por eso es el libro de cabecera del ministro y de muchos otros con intereses políticos.

Me acordé también de varios amigos del mundo financiero que veían reiteradamente “Wall Street” para aprenderse de memoria los diálogos con las “enseñanzas” que transmitía Gordon Gekko. Me acordé de mis amigos periodistas que leían una y mil veces “Entrevista con la historia”, de la gran Oriana Fallaci, proyectando el estilo incisivo de ella al encarar con ácidas preguntas a Henry Kissinger, Andreotti, Golda Meir o Arafat. En fin, me acordé de varios abogados capaces de recitar los argumentos esgrimidos por Spencer Tracy en el “El juicio de Nuremberg”.

Y es que dependiendo de la historia personal y profesional, cada uno tiene sus libros, personajes o diálogos de películas que resultan especialmente motivadores en su oficio o profesión. Por eso es que no veo pecado en reconocer que, en cuanto humilde obrero de las columnas, tengo ahora en “El libro negro” mis consideraciones a seguir como columnista. Y como usted lector sufrirá en el futuro esta obsesión personal le comparto un extracto de las recomendaciones del viejo escritor:
“No te sientes a escribir la columna hasta que encuentres la primera frase. Ten convicciones sinceras. Y si no tienes convicciones sinceras que el lector se convenza que estás convencido. Eso que llamas lector no es más que un niño que quiere ir al circo. Escribir por el mero placer del lector deja al columnista sin brújula. Y la brújula es nuestra historia. El lector es desagradecido como un gato. No te preocupes por los gatos sino por los problemas del país. Entra en polémicas pero solo si puedes destrozar al adversario. Sé zalamero. Si escribes de manera difícil acabarás con una úlcera. Sal a la calle, mira las caras y ahí habrá un buen tema del que escribir. Escribe no según la inteligencia del lector sino según la tuya propia. Eres ángel y demonio a la vez porque los lectores se aburren del columnista absolutamente malo o absolutamente bueno. Y no olvides que tu secreto para escribir es el amor”.

Ha sido, sin duda, un verano provechoso.

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